Las mochilas portabebés son uno de los recursos más utilizados y efectivos para transportar a tu bebé. Estos dispositivos permiten a los niños sentir el calor de sus padres mucho más cerca que si estuvieran en un carrito; a los progenitores les da la posibilidad, además, de mantenerlos seguros y protegidos cuando llevan a cabo todo tipo de actividades.
Seleccionar bien una mochila es básico para que ambas partes de la ecuación se encuentren cómodas. Y no solo eso, sino que también es esencial saber cómo se debe llevar al bebé en ellas para que este no sufra lesiones y su desarrollo cognitivo sea positivo.
Si tienes dudas de cómo utilizar una mochila portabebés para llevar a tu hijo, quieres cerciorarte de que lo estás haciendo bien o vas a ser madre o padre por primera vez y quieres informarte sobre este tema, te explicamos todas las claves a la hora de usar uno de estos dispositivos.
Portear desde recién nacidos
Las mochilas portabebés que están a la venta hoy en día se pueden utilizar desde recién nacidos. En su mayoría, el único requerimiento es que el recién nacido tenga un peso superior a 3,5 kilogramos.
El momento para dejar de portear al crío es más orientativo. Las mochilas de hoy en día llegan hasta edades de 2 años o incluso más, dependiendo del modelo. Decidir cuándo parar dependerá de tu fuerza y/o fatiga al llevar a tu hijo encima, así como de su curiosidad por explorar el mundo o por despegarse del ala materna/paterna.
Sea como fuere, fíjate bien en los requerimientos de la mochila antes de comprarla para asegurarte de que se adapta a tus necesidades y, lo más importante, a tu pequeño.
Cuidado con la posición del niño
Durante, al menos, los 6 primeros meses de edad, el bebé debe colocarse en la mochila mirando hacia los padres, aunque es recomendable que esta postura se mantenga durante más tiempo. Esto es debido a la fragilidad de la columna y del cuello del niño, así como al elevado peso de su cabeza en comparación con el cuerpo, ya que un movimiento brusco puede provocarle graves lesiones.
A partir de esa edad, los niños ganan fuerza muscular y desarrollan lo que se conoce como visión lejana, es decir, la capacidad visual para ver cosas a mayor distancia. Esto conlleva que tienen más curiosidad por explorar, por observar su entorno, y a muchos de ellos no les convence tener que ir siempre mirando hacia los padres.
Por ello, hoy en día hay mochilas ergonómicas que permiten portear al niño mirando hacia delante. Si te decantas por el uso de uno de estos dispositivos, consúltalo primero con el pediatra y asegúrate de que la mochila cumple con todos los requerimientos legales para su uso.
Al bebé no le pasa nada por ir en una mochila
Es momento de romper un mito: a los bebés no les pasa nada por pasar horas en una de estas mochilas. Mucha gente tiene grabado en la mente que portear a los niños provoca displasia en sus caderas, es decir, una alteración ósea que se produce cuando la cabeza del fémur y la cavidad de la pelvis no terminan de encajar, pero no es así.
Esta creencia viene generada de la posición del bebé y de que este pase mucho tiempo en la misma postura, pero lo cierto es que el diseño ergonómico de las mochilas permite al bebé mover las piernas y la cadera a su antojo, de forma que las articulaciones y los cartílagos de la zona se mantienen fuertes y sanos.
Algunos beneficios de las mochilas
El uso de una mochila portabebés favorece el contacto entre el crío y el adulto que lo portea Esto da lugar a múltiples aspectos positivos: los intercambios afectivos y sensoriales entre los niños y sus padres ayudan a que este tenga más apetito, un sueño adecuado, esté calmado, etc.
La mayor parte de las mochilas que están en el mercado tienen un mecanismo de uso muy sencillo, de forma que se puede poner y quitar muy rápidamente, un esencial para todo padre y bebé. Además, estos dispositivos (siempre que estén homologadas) reparten el peso de forma adecuada entre los hombros, caderas y espalda del porteador, ayudando a que este cuide la postura.
El porteo con las mochilas también ayuda a que los bebés tengan una mejor transición entre la vida en el útero y la vida de después del parto, fomenta el mantenimiento de la lactancia materna y dan libertad a quien lleva el bebé para realizar otras actividades sin descuidar al pequeño.