Cuando una persona con cáncer necesita un trasplante de médula ósea, existen cuatro fuentes posibles de donación: un donante emparentado compatible (normalmente un hermano), uno no emparentado compatible (hallado a través de una base de datos), la sangre de cordón umbilical o en último caso, un donante semicompatible.
A pesar de que la probabilidad de tener un hermano compatible es del 25% y de un pariente (no hermano) compatible del 5%, esas son, hasta el momento, las primeras opciones establecidas por el consenso médico y adoptadas en la mayoría de los casos.
Menor riesgo de rechazo
Sin embargo, un reciente estudio de la Universidad de Colorado podría cambiar los protocolos actuales. Tras comparar la supervivencia de pacientes que recibieron sangre del cordón umbilical con la de pacientes que fueron trasplantados con médula ósea de sus propios hermanos compatibles, los científicos no hallaron diferencias. Y, además, detectaron menores complicaciones en el caso de la sangre de cordón al disminuir las posibilidades de sufrir la “enfermedad de injerto contra huésped”.
Esta dolencia se manifiesta cuando un sistema sanguíneo trasplantado ataca los tejidos del paciente receptor. La menor incidencia de la enfermedad, tras la utilización de la sangre de cordón, podría deberse a su abundancia de células madre. Dichas células son más sencillas que las adultas y, por lo tanto, requieren un menor grado de compatibilidad que las células sanguíneas procedentes de un donante adulto.
Según Jonathan Gutman, MD, investigador del University of Colorado Cancer Center: «Creemos que hay ventajas importantes de la sangre del cordón umbilical, especialmente con respecto a la enfermedad de injerto contra huésped. […] Ahora mostramos que la sangre del cordón umbilical puede incluso superar el estándar de oro de los donantes hermanos compatibles»
El enorme potencial de la sangre de cordón
Este estudio profundiza en el conocimiento sobre la efectividad y los beneficios del uso de la sangre de cordón y viene a sumarse a las evidencias científicas que avalan su utilización para el tratamiento de más de ochenta enfermedades, incluyendo varios tipos de cáncer, enfermedades genéticas, enfermedades de la sangre y deficiencias del sistema inmunológico.
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